La Línea Maginot del Sínodo

Después de la experiencia de la Primera Guerra Mundial, los genios militares franceses (que habían abandonado desde hacía tiempo su buen sentido católico), atiborrados de vino, queso y arrogancia, construyeron una famosa línea de fortificaciones en el este para evitar que Alemania invadiera de nuevo. Construyeron una línea de fortificaciones fijas, fuertes y resistentes.

Cuando se completó en 1930, esos genios militares franceses se felicitaron por su previsión y sagacidad, convencidos de que habían impedido otra invasión alemana por el este.

Entonces los alemanes invadieron Francia por el norte. Simplemente rodearon la Línea Maginot. Por lo visto los genios militares galos nunca pensaron en esa posibilidad.

Hoy me acordé de la famosa Línea Maginot tras haber visto un vendaval de noticias estos últimos días sobre los «conservadores» que están plantando cara en el sínodo, cerrando la puerta a tal o cual innovación en la doctrina. Buen ejemplo de ello es el cardenal Vingt-Trois (francés, cómo no), que dijo que los que esperen un cambio radical en la doctrina de la Iglesia quedarán decepcionados.

Pues qué bien.

Leemos notas emocionantes de que aquellos a quienes nada les gustaría más que un cambio radical cacarean que «los conservadores han dado el primer golpe«.

En el discurso inaugural de 7.000 palabras que pronunció la mañana del lunes marcando la pauta para los trabajos del Sínodo, Erdő se mostró decidido a cerrar una serie de puertas que muchos creían que el último sínodo había dejado abiertas. Empezando por la polémica propuesta del alemán Walter Kasper para que a los católicos divorciados y vueltos a casar por lo civil se les permitiera comulgar.

Erdő insistió en que esta prohibición de comulgar no es una prohibición arbitraria, sino algo intrínseco a la naturaleza del matrimonio como unión permanente. Añadió que la misericordia no sólo brinda la posibilidad del perdón, sino que también exige la conversión.

Se nos dice que los conservadores aprendieron la lección con el primer sínodo y no van a dejar que vuelva a pasar lo mismo. Que no permitirán un documento provisional como el de la otra vez. Argumentarán sin falta contra cambiar la doctrina sobre esta cuestión, y algunos hasta pueden argumentar para que no se introduzcan cambios en la disciplina.

Los conservadores están listos esta vez; ¡¡no permitirán que Alemania vuelva a invadir por el este!!

Humm. ¿Saben una cosa? El año pasado vieron que se construían esos muros de defensa y han decidido rodearlos.

Dan igual todos los discursos. Los debates son lo de menos. Ya han elegido a los que van a redactar la declaración final, que por todo lo que sabemos ya están preparando.

En cuanto al resto, todo el poder sigue residiendo en el Papa. Los padres sinodales pueden decir lo que quieran, pero tendrá poco o ningún impacto en el documento final o en lo que el Santo Padre en última instancia decida.

Además, todos sabemos que el verdadero peligro no está en que el Sínodo o el Papa contradigan rotundamente la doctrina católica. El mayor peligro está en abrir la puerta a innovaciones en la práctica pastoral que socaven la misma doctrina que sostienen ser inmutable. Hay que ser tonto, o un genio militar francés, para pensar que el combate en primera línea en esta guerra es doctrinal.

Todo se está configurando de esta manera, incluso por los conservadores a los que tanto se promociona ahora. Por cada pizca de oposición a las innovaciones hay una montaña de exhortaciones a la unidad y a evitar la división Y, por supuesto, citan al Papa como fuente y origen de la unidad. La consigna es: «El Papa es el garante de la ortodoxia y la unidad». Las alteraciones en la reglas y la retórica nos muestran que la línea de fuego de esta batalla no están donde los «conservadores» imaginaron que estaría. Están creando el Sínodo más papista en siglos. Pero no es papismo ultramontano, sino puro optimismo en torno al Papa.

Cualquiera que sea la puerta pastoral que se abra, insistirán en que todos tenemos que pasar por ella si no queremos deshacer la unidad.

El Papa es el Sínodo, ni más ni menos.

Oremos por el Papa.

Patrick Archbold

[Traducción: Cecilia González. Artículo Original]

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Edición en español de The Remnant, decano de la prensa católica en USA

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