San Pío X y la política

Según el prejuicio católico liberal la Iglesia no debe hacer política, o sea no debe ocuparse de cuestiones que tienen que ver con la familia y el Estado (sociedad perfecta e imperfecta en el orden natural o temporal), sino que debe permanecer confinada (por su materia, que es puramente espiritual) en la esfera privada e individual. Ahora San Pío X, el Papa de la afirmación explícita e intergral de la verdad, ha elegido como su divisa, y la ha aplicado en el curso de todo su pontificado, el lema “Instaurare omnia in Christo / Restaurar todo en Cristo”.

“Todo” en Cristo

Todo, vale decir que no sólo el individuo, sino también la familia y la ciudad o polis. De hecho el hombre es un animal social (Aristóteles) y fue hecho para vivir en una familia, que uniéndose a otras familias forma una ciudad o una aldea y más aldeas puestas juntas forman el Estado. Sin el Estado, entonces, el hombre sería un animal salvaje y le faltaría uno de los elementos constitutivos de su naturaleza de animal racional y libre que es la sociabilidad.

La Iglesia y el Papa deben hacer política porque se ocupan del hombre y lo deben elevar al orden sobrenatural a fin de que se salve el alma no por sí solo, no siendo él un “animal salvaje y silvestre”, sino junto a su familia y a la ciudad de la cual forma parte. De hecho no sólo el individuo debe ayudar a aquellos que le son cercanos a salvarse, sino que del orden o del desorden que reinan en la familia y en el Estado depende la mayor o menor facilidad para el individuo de santificarse y salvarse: «De la forma dada a la Sociedad, a según que esté de acuerdo o no con las Leyes divinas, depende el bien o el mal de las almas. Ante esta consideración y previsión, ¿cómo podría ser lícito para la Iglesia […] permanecer espectadora indiferente frente a los peligros a los cuales van al encuentro sus hijos, permanecer en silencio o fingir no ver situaciones que […] hacen que sea difícil o prácticamente imposible, una conducta de vida cristiana?»
(Pío XII, Radiomensaje La solemnidad, Pentecostés 1941)[1].

Un derecho y un deber del Papa

El Padre Jerónimo Dal-Gal en su óptima biografía en su óptima biografía de San Pío X (San Pío X Papa, Pádua, El Mensajero de San Antonio, 1954) escribe: “¿Qué cosa es la Política sino la aplicación de la ley moral a la vida civil y social de los pueblos y de las Naciones? Por consiguiente el Papa, que es el Maestro supremo de la ley moral en el mundo, hará también Política. Es un derecho suyo y un deber suyo, pero no al modo de los pequeños hombres de este mundo, para los cuales la política es egoísmo de partidos o de intereses proPíos. Él dará continuidad a la política de Dios y de Cristo, de los Apóstoles y de los Papas” (cit., p. 362)[2].

El Reino social de Cristo enseñanza común de los Papas de Pío IX a Pío XII

San Pío X ha puesto los fundamentos para la doctrina explícita de la Realeza social de Cristo, que será enseñada magistralmente por Pío XI con la Encíclica Quas primas del 11 de Diciembre de 1925 y la institución en 1926 de la solemnidad litúrgica de la fiesta de Cristo rey a celebrarse en el último domingo de octubre[3].

Como el modernismo dogmático quiere la separación de la ciencia de la fe, así el modernismo social y político (el viejo catolicismo liberal, condenado por Gregorio XVI, Pío IX y León XIII) pugna por la separación de la política de la religión, del Estado de la Iglesia. Este error condenado constantemente por el magisterio eclesiástico fue retomado por los modernistas y por los demócratas/ cristianos bajo el pontificado de San Pío X y es vehementemente condenado por él como por sus sucesores (Pío XI y Pío XII).

El “non expedit” y el “Ralliement”

Desafortunadamente, escribe el padre Dal-Gal (cit., p. 461), siguieron a Pío IX y a León XIII, que en Italia habían prohibido (non expedit) el ir a votar para mostrar el disentimiento inicial hacia el Estado usurpador del poder temporal de los Papas y siguieron a San Pío X, que abrogó esta prohibición para mandar al parlamento diputados que enderezaran la legislación masónica del parlamento italiano, haciedo buenas leyes sin aceptar por ésto, los princiPíos de la masonería liberal del nuevo Reino de Italia bajo la casa Saboya y así combatiéndola, en Francia la Carta de León XIII Au milieu des sollicitudes del 16 de Febrero de 1892 no fue acogida con igual docilidad. Se acusó a León XIII, también por la parte católica, de aceptar los princiPíos de la masónica república francesa y no se entiende que él en Francia (como después San Pío X en Italia) quería solo cambiar la legislación para volverla conforme al derecho natural y divino. ¿No se entiende o no se quiere entender? El abad Meinvielle, no sin razón, habla de “deformación […] sistemática y constante de las enseñanzas pontificias de León XIII”.

Alguno quiere ver incluso en la Encíclica del papa Pecci Rerum novarum del 15 de mayo de 1891 un carácter democratizador si no también socialista (ivi). En cambio la misma doctrina social del papa Pecci fue retomada por San Pío X en el motu proprio sobre la Acción Popular Cristiana del 18 de Diciembre de 1903, que cita abundantemente las Encíclicas de León XIII Rerum novarum de 1891 sobre la cuestión social y Graves de communi re sobre el recto concepto de “Democracia Cristiana” de 1902.

San Pío X y la Acción Católica

En la Encíclica Il fermo proposito del 11 de Junio de 1905, en la cual San Pío X define su motu proprio del 18 de diciembre de 1903 “el código y la regla práctica” la cual necesita inspirarse en la acción social y política por la restauración individual, familiar y social del Reino de Cristo, el papa Sarto hace un elogio a la Acción Católica “como instrumento de restauración de la civilidad cristiana” por parte del laicado “sometido al Episcopado[4] así como después Pío XI cual “niña de sus ojos”. Luego en ésto tampoco hay contradicción entre los así llamados “Papas liberales” (León XIII, Pío XI y Pío XII) y los “Papas integralmente católicos” (Pío IX y Pío X), como escriben ciertos autores cegados por prejuicios. Es absurdo acusar de liberalismo a Pío XI porque ha sostenido “La Acción Católica” contra “la Acción Francesa” dado que el nacimiento de la Acción Católica se remonta ya a Pío IX en 1863 y no inicia con Pío XI[5].

Del catolicismo liberal al modernismo social

El Modernismo social ha tenido a sus representantes de relieve en Italia con don Rómulo Murri (Partido Popular Italiano) y en Francia con Marc Sangnier (el Sillon). San Pío X fulminó ya sea el modernismo dogmático (sobre todo con la Pascendi, 8 de Septiembre de 1907) y ya sea aquello social y político (especialmente con Notre charge apostolique, 25 de Agosto de 1910), que según el papa Sarto es “la consecuencia directa y necesaria del Modernismo filosófico en el campo social”. La conclusión que saca el padre Dal-Gal es: “o Cristianismo o anti-Cristianismo: o Acción social cristiana [Acción Católica, nda] o Democracia moderna sin Dios. Y entonces ningún laicismo, ninguna aconfesión, nada de neutralidad o interconfesión en la acción política cristiana” (cit., p. 476).

En 1912 con la Encíclica Singulari quadam caritate del 24 de Septiembre San Pío X vuelve sobre la doctrina social y política condenando nuevamente y aún más explícitamente la interconfesión y el liberalismo social o modernismo político como “contrario a la predicación de Jesús”. El mismo tema será retomado con aún mayor vigor y profundidad por Pío XI en la Encíclica Mortalium animos de 1928.

El modernismo político consecuencia de aquel dogmático

El Padre Jerónimo Dal-Gal observa: “Con la Singulari quadam Pío X completaba la Pascendi. El modernismo social no es menos dañino que aquel dogmático; eso conduce al abismo gracias a una cierta complicidad, tal vez no plenamente advertida ni querida, con los más peligrosos enemigos de la Iglesia y de la Sociedad civil. Así como los modernistas dogmáticos terminaron por ser los aliados de los protestantes y de los incrédulos, así los artífices del modernismo social se encontrarán con los revolucionarios socialcomunistas en la obra de la subversión social” (cit., p. 482).

Benedicto Cruz (Benedetto Croce) y el modernismo

El filósofo idealista y ateo Benedicto Croce ha escrito respecto a los modernistas en Il Giornale d’Italia (El Diario de Italia, 15 de Octubre de 1907) que ellos “… muy libres de transformar los dogmas según sus ideas, pasando de un dogma a otro sustancialmente diferente, como cuando se pasa de un concepto (por ejemplo “hombre”) a otro concepto (por ejemplo “gato”). Yo mismo – continúa Croce – hago uso de esta libertad. Sólo que yo tengo la conciencia, haciendo ésto, de estar fuera de la Iglesia y de cada Religión, mientras los modernistas se obstinan en profesarse no solo religiosos, sino católicos. Si después los modernistas afirman no creer en el valor del pensamiento y de la razón, caen necesariamente en el agnosticismo y en el escepticismo. Doctrinas, éstas, que son conciliables con un vago sentimentalismo religioso, pero que repugnan totalmente de cada Religión positiva”.

En realidad los modernistas estaban bien concientes de estar fuera del catolicismo, pero querían permanecer dentro de la Iglesia para transformarla, como hacían con los conceptos y con los dogmas, en otra entidad sustancialmente diferente: “un vago sentimentalismo religioso, que repugna totalmente de cada Religión positiva” (B. Croce) y especialmente de aquella católica.

Sin embargo incluso un agnóstico, idealista, subjetivista y relativista como Benedicto Cruz entendió la absoluta y total inconciliabilidad del catolicismo y de cada Religión positiva con la filosofía modernista, que es escéptica, agnóstica, relativista, subjetiva y asertiva de la evolución o transformación de los dogmas en una manera heterogénea, intrínseca y sustancial[6].

Los modernistas por lo tanto no son excusables. En ellos no hay ignorancia o buena fe, sino una voluntad terca y obstinada de destruir de arriba a abajo “si fieri postest” a la Iglesia y sus dogmas divinamente Revelados para sustituirla con una antropología humanitaria, sentimentaloide y comunista a la “hoz y martillo” en clave “crística”.

Leo

[Traducción Mauricio Monroy]

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[1] Cfr. anche Pío XII, Discorso ai Giuristi Cattolici Italiani, 6 dicembre1953.

[2] Cfr. San Pío X, Prima Allocuzione Concistoriale del 9 novembre 1903, Pii X Acta, vol. I, pp. 56-59; Enciclica E supremi apostolatus cathedra, 4 ottobre 1903; Enciclica Jucunda sane, 12 marzo 1904. Secondo padre Dal-Gal San Pío X si è inspirato nella sua azione politica al magistero e alla pratica di San Leone Magno, San Gregorio Magno, Pío IX e Leone XIII.

[3] Cfr. anche Pío XI, Enciclica Ubi arcano, 1921.

[4] Cfr. S. Pío X, Enciclica all’Episcopato Italiano Pieni l’animo, 28 luglio 1906; Lettera Apostolica Notre charge apostolique, 25 agosto 1910.

[5] Cfr. F. Olgiati, Storia dell’Azione Cattolica, Milano, Vita e Pensiero, 1922.

[6] Cfr. Francisco Marin-Sola, L’évolution homogène du dogme catholique, II ed., Parigi, 1924 ; R. Garrigou-Lagrange, Le sens commun. La philosophie de l’etre et les formules dogmatiques, Parigi, 1909, tr. it., Il senso comune. La filosofia dell’essere e le formule dogmatiche, Santa Severa, 2013.

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Mateo 5,37: "Que vuestro modo de hablar sea sí sí no no, porque todo lo demás viene del maligno". Artículos del quincenal italiano sí sí no no, publicación pionera antimodernista italiana muy conocida en círculos vaticanos. Por política editorial no se permiten comentarios y los artículos van bajo pseudónimo: "No mires quién lo dice, sino atiende a lo que dice" (Kempis, imitación de Cristo)

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